Sigue altivo en su andar de un continente a otro
Apareció por primera vez por los caminos de la Mancha en 1605
Acompañado de su fiel escudero Sancho Panza, el ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha sigue altivo en su andar de un continente a otro y no hay rincón en el mundo donde niños, jóvenes y adultos tengan presente su figura soberbia, además de sus grandes genialidades idealistas y soñadoras que a una gran mayoría les pudieran parecer locuras, para otras personas, esas chifladuras, entrañan enseñanzas altruistas.
Cabalgando en su incansable jamelgo de mala traza, basto y de poca alzada llamado con toda propiedad “Rocinante”, el caballero andante medieval, oriundo de un lugar indeterminado de la Mancha, una región natural e histórica situada en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, en el centro de España, lleva 410 años trotando en la senda de la literatura universal sin mostrar cansancio ni agotamiento, y a donde quiera que llega es bien recibido por la nuevas generaciones de lectores del Siglo XXI, como lo fue en su momento aclamado por los estudiosos de los Siglos XVII, XVIII, XIX y XX.
Don Quijote apareció cabalgando por primera vez por los caminos de La Mancha, gracias a la creatividad genial de Miguel de Cervantes de Saavedra (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547-Madrid, 22 de abril de 1616), a comienzos de 1605 cuando se imprimió la primera parte con el título: “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”. En 1615 salió a la luz pública su segunda parte con el título: “El Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha”.
Don Quijote de la Mancha es una de las obras más destacadas de la literatura universal. Considerada por críticos como el mejor trabajo literario jamás escrito, y el libro más publicado y traducido en todos los idiomas, sólo superado por la Biblia. Un ejemplar histórico que ha superado la más dura de todas las pruebas: la del tiempo. Se trata, sin duda, de una obra inagotable, que por serlo jamás pasará al olvido, tanto que escritores, humanistas, científicos, sabios, e intelectuales la consideran como una de sus lecturas preferidas.
Por ejemplo Fiódor Dostoievski (1821-1881), el gran novelista ruso, escribió lo siguiente: “No hay en todo el mundo una obra literaria más profunda y magnifica.
Ésta es, hasta ahora, la última y más grande expresión del pensamiento humano”. Sigmund Freud (1856-1939), médico neurólogo padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX, se dice que se dio a la tarea de aprender el español para poder leer el Quijote, en su texto original Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912), escritor, político y erudito español, consagrado fundamentalmente a la historia de las ideas, hace poco más de un siglo afirmó que “en opinión de muchos, constituye el Quijote una nueva categoría estética, original y distinta de cuantas fábulas ha creado el ingenio humano…”.
Thomas Jefferson (1743-1826), humanista y erudito además de político y tercer Presidente de los estados Unidos de Norteamérica, Don Quijote era una de sus lecturas elegidas y poseía un ejemplar en español de la edición de la Real Academia Española de 1781, que se conserva actualmente en la Biblioteca del Congreso de EE.UU. Si usted, estimado lector, no ha leído a El Quijote de la Mancha, bien valdría la pena descubrir al ingenioso caballero, como en su momento lo hizo Martín de Riquer (1914-2013), escritor y presidente de la real Academia Española, quien alguna vez escribió:
“¡Qué suerte, no haber leído nunca El Quijote y poder leerlo por primera vez!”.